Originalmente me mudé a la Patagonia para escribir un libro. Sentí que después de años de viajar y explorar nuevos mundos externos e internos, tenía que expresar mis impresiones. Quería compartirlas con los demás y pensé que explotaría si no lo hiciera. Pero no pasó nada. Si bien escribí para mí misma, de alguna manera no hubo flujo, como lo conocía de mi vida, que me permitió continuar o crear algo específico.
Entonces, ¿qué hice? Cociné… y solté mi deseo de escribir.
Seguí elaborando todo tipo de alimentos en mi cocina hasta olvidarme del deseo de escribir mis experiencias. Seguí adelante, dejé que mi vida fluyera y diseñé mis actividades correspondientes a mi sentir diario.
Así es como surgieron las hormas de semillas fermentadas. Cuando miro hacia atrás y las veo hoy, creo que fueron estas hormas las que reflejaron mi experiencia y mi creatividad. No me expresé escribiendo, pero creé estas hormas. Me fascinaron y me permitieron profundizar cada vez más en la materia de la fermentación de nueces y semillas.
Hoy el círculo se cierra, porque al final escribí mis experiencias. Describen como hacer las hormas de semillas. Para mí, sin embargo, son mucho más profundas, ya que no solo reflejan la transformación de una semilla en una horma fermentada, sino también mi propia transformación.
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